Yo no aborté. Y hoy, si me viera en una situación similar, volvería a actuar igual. El anuncio de Gallardón, de quitar el supuesto de la malformación del feto para abortar, ha generado una gran polémica. Y aunque ya han pasado unos años -esto es algo que nunca se olvida- me he armado de valor para contarlo hoy en mi blog (me he salido de los temas de actualidad y política que suelen traerme por aquí, que me perdonen mis seguidores).
Fue mi primer embarazo: estaba ilusionadísima, como todas las primerizas. Y a las 12 semanas llegó el diagnóstico: "es un feto acráneo, es incompatible con la vida", me dijeron. ¿Cómo??? ¡Pero si está vivo!! ¡Se está moviendo!!! ¡Y su corazón late!!!, decía yo mirando la imagen que salía por la pantalla del ecógrafo. Entonces me explicaron que se trataba de una malformación poco común, que se produce cuando debe cerrar la médula espinal y que no termina en espina bífida, sino en ausencia de huesos en el cráneo, haciendo de mi hijo un ser incompatible con la vida. ¿Qué soluciones médicas hay?, pregunté. "El aborto", me dijeron.
No puedo explicar el dolor que sentí. Mi hijo, que estaba vivo, tenía que dejar de estarlo, por mi decisión. ¡Pero si está vivo!, me repetía. ¡Cómo voy a decidir que deje de existir! Me sentía incapaz de decidir matar a mi hijo. No podía, era demasiado duro. Por otra parte, pensaba en los meses que me quedaban por delante y me decía: ¡qué horror! ¡cómo voy a seguir adelante hasta los nueve meses con un embarazo sabiendo que mi hijo morirá!! "Es mejor que tomes la decisión ahora -me decían los ginecólogos-, antes de que empieces a notar que se mueve, porque entonces te costará más". Y tomé la decisión.
No puedo abortar, me siento incapaz, le expliqué a mi marido. "Si no quieres abortar, no te preocupes, seguiremos adelante, con lo que venga", me dijo. Fue duro, lo confieso. Pero hoy lo volvería a hacer. Al poco, como me habían avisado, empecé a notar al bebé dentro de mí. Y un poco después, entendí que sólo tenía unos meses para hacer feliz a mi hija -ya sabía que era niña-: los que le quedaban de vida intrauterina. Me dediqué a disfrutar de todas las puestas de sol que podía, a vivir intensamente todos los buenos momentos que tenía alrededor, a comer un montón de cosas ricas, a escuchar la música que más me gustaba a todo volumen, a acariciarme la barriga y al bebé que llevaba dentro cada vez que se movía... Se trataba de poder fabricar todas las endorfinas posibles, y que éstas le llegaran a mi hija durante los meses que iba a estar junto a mí: eso es lo único que iba a poder darle, y quería dárselo a espuertas.
Los meses pasaron, con mucha incomprensión de los que había alrededor, pero con un gran amor por nuestra parte hacia la hija que no veríamos crecer. Ella nació, y como nos dijeron, murió después de unas horas. ¿Fin de la historia? No, yo sé que hice todo lo que pude por ella. Yo sé que le dí lo único que le iba a poder dar: unos meses de vida. Y aunque lloré, fui feliz. Y aunque aún lloro, soy feliz. He tenido más hijos, todos sanos, como me dijeron que sería. Y a diario me acuerdo de la primera, pero ni con tristeza ni con pena: con nostalgia y con amor, de madre.
No pretendo ponerme como ejemplo de nada, ni desacreditar ninguna de las múltiples opiniones que se han levantado en contra del anuncio del ministro de Justicia, como la carta de una pediatra a Gallardón, la del neurocirujano infantil o la de la madre que enterró a su hija de siete meses. La mía es otra experiencia: la de una madre que se negó a interrumpir un embarazo con una grave malformación. Y que aún se alegra de la decisión que tomó.
viernes, 27 de julio de 2012
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Elena que grande eres, como madre, como esposa y como persona. Se de buena tinta que lo que has escrito te ha costado mucho, es algo que guardas en tu corazón y te felicito por ello, es bueno que la gente sepa mas casos, aunque duros, pero tu postura a mi parecer fue muy valiente y loable. Hiciste que tu hija fuera feliz nueve meses y le diste lo mas grande que una madre puede dar, amor y protección.
ResponderEliminarTe felicito por tu articulo, tu angel de la guarda velara por esas madres y esos niños que lamentablemente han pasado, pasan y pasaran por tu misma vivencia. Un beso enorme. Tu amiga Ana Rivera.
Gracias Ana. Cada caso es un mundo, pero saber que has hecho todo lo que has podido da mucha paz. Te mando un beso fuerte!!
ResponderEliminarGracias por compartir una experiencia tan dura y tan hermosa. Valiente al vivirla y valiente al publicarla. ¿Sabes? me has emocionado. Un abrazo así de grande >3 >3 >3
ResponderEliminarAbrazo grande también para tí, China. Muack!
ResponderEliminarQue bonito seria el mundo si hubiese mucha mas gente como tu,no te conozco pero despues de lleer lo que e leido a parte de caerne lagrimas de emocion solo quero felicitarte por tu decisiiin,por tu amor u por ser como eres!!! Ole ole y ole! N
ResponderEliminarSoy lConcha,la tia de
paola,
����������������
Gracias por tus palabras, Concha. Te mando un abrazo.
EliminarElena, yo si tengo el HONOR (lo digo con mayúsculas) de conocerte, si tengo el HONOR de conocer a tu MARIDO y tus hijos, y si puedo decirte públicamente, que eres más grande si cabe hoy, que eres mejor persona de lo que ya eras. que has tenido, tienes y tendrás siempre todo mi respeto como persona, y sobre todo como madre.
ResponderEliminarSoy padre como sabes, y no hay día que no le de gracias a Dios por haberme dado ese honor, por haberme dejado disfrutar de mi hija y en breve de mi futuro hijo. Así que solo puedo y debo decirte que ojalá hubiese más gente como tú en este mundo, gente con principios y gente que transmite amor, respeto por la vida.
No cambiéis nunca y disfruta de tus hijos como se que haces, y de tu marido que es tan GRANDE como lo eres TU.
Un beso.
Diego.
Gracias, Diego. Y enhorabuena por tu próxima paternidad!! :-))
EliminarQue ejemplo fuisteis para todos nosotros en aquellos momentos... (y lo seguís siendo!!!)
ResponderEliminarBesos.
Bego y Pedro
Gracias Bego y Pedro. Fuisteis un gran apoyo entonces y ahora. Un beso.
EliminarYo no sé qué habría hecho en esa situación, te juro que no lo sé. Qué difícil situación y decisión.
ResponderEliminarPero vosotros pudisteis elegir, que te impongan pasar por ese calvario. Saber que nacerá para morir sufriendo...
La verdad es que no lo sabes hasta que te enfrentas a ello. Yo sólo me rebelé contra la idea de que la única salida era el aborto.
EliminarEn cuanto al sufrimiento del que hablas, ¿quién te asegura que cuando lo abortas no sufre? En mi caso, además, me quedé con los seis meses de vida intrauterina que le di, y sé que fueron felices. Abrazo y suerte! ;-)