Acabamos de conocer, de la mano de Metroscopia, el primer adelantamiento virtual que la izquierda realiza al PSOE, el hasta ahora único abanderado con suelo electoral en el centro izquierda de este país.
Y digo, a conciencia, "adelantamiento virtual". No hablo de sorpasso -a pesar de ser el término de moda en estos días- ya que nuestro riquísimo idioma nos permite utilizar el término español que define la misma acción. Hace unos días la RAE ponía en marcha una campaña en defensa del castellano en el mundo publicitario (recomiendo ver el vídeo si aún no lo ha hecho: imperdible). Igualmente, entiendo, en el mundo periodístico y político debemos evitar el uso de voces extranjeras y utilizar las muchas que tiene nuestro rico vocabulario. Que empezamos por Italia y acabamos por EEUU... (Y eso a pesar de que el amable administrador de la cuenta de Twitter de la RAE quiso explicar a un tuitero el significado de esta voz italiana que no recoge nuestra regia academia lingüística)
Pues eso: adelantamiento. Y virtual, sí. Porque una vez más los encuestadores de este país se la están jugando teniendo que predecir comportamientos electorales ante situaciones y variables completamente desconocidas y con giros jamás vistos en nuestra democracia. El resultado de esta última encuesta es posiblemente de los más virtuales en este sentido de los que hemos conocido. Y más si tenemos en cuenta como se ha hecho la "fusión" entre los partidos de izquierda que ha permitido por primera vez hablar del desbancamiento del PSOE como garante de la izquierda.
Hace sólo dos semanas se hacía oficial una confluencia entre los dos partidos (IU y Podemos). Se venía acariciando por alguno de los voceros mediáticos de la formación morada desde la misma noche electoral del 20-D: ya entonces se jugaba con el dibujo que el hemiciclo habría tenido esa noche si hubieran unido sus fuerzas.
Y tras el 20-D, Alberto Garzón, el joven dirigente de IU, era el político mejor valorado en todas las encuestas: ocurrió en el barómetro del CIS en febrero y en el de mayo. Tanto es así, que muchos se preguntaban qué tenía este joven político que a todos gustaba. Y tenía, y tiene, una mezcla de muchas cosas: sencillez, coherencia, pasión, convencimiento de su causa, capacidad de arrastre de los sectores más jóvenes e idealistas y, fundamentalmente, una mejor imagen -más suavizada y menos soberbia- que la del dirigente de la fuerza morada. Tanto, que hay quienes piensan que los movimientos del joven Alberto están llenos de audacia y que puede merendarse a Iglesias.
Lo cierto y verdad es que IU ha logrado como nadie rentabilizar unos votos que no tiene. Con el resultado en la mano del 20-D, esta formación obtuvo casi un millón de votos. La caprichosa Ley D´Hont los dejó convertidos en sólo 2 escaños por Madrid. Pero ya era un gran mérito: estando fuera del discurso global de partidos (que se jugaba oficialmente a 4) logró hacerse un hueco gracias, sobretodo, a una campaña de comunicación rompedora y que logró calar en un público hambriento de oír y ver nuevas formas de hacer política. Y ellos fueron capaces de transmitirlo. Con creces. Y lo que es mejor, negociar después con el crecimiento exponencial que las encuestas le otorgaban.
Ahora bien, ¿qué se espera de esta confluencia IU-Podemos? Muchos han especulado con un terremoto electoral. Otros, vaticinan el final de una de las dos formaciones. Pero la realidad es que contar a priori con que unidos lograrán la suma de los votos de ambos por separado no es real. Tan simple como que cada uno de sus votantes reales se decantó por una de las dos formaciones y muchos de ellos jamás votarían a la otra.
Podemos ha logrado cosechar tanto suelo electoral gracias, en parte, a haberse alejado de los discursos tradicionales de izquierda que asustan a muchos españoles; gracias a haber disfrazado sus propuestas, haberlas identificado con la lucha contra la "casta" y a favor de la "gente". Este maniqueísmo, adornado con grandes dosis de populismo y una apabullante exposición mediática, han otorgado una carrera meteórica a la formación morada. Pero no es bastante.
Como he comentado en anteriores ocasiones, Pablo Iglesias y su formación tienen claro que el objetivo es el Gobierno. El poder total. Sin ataduras. Por eso mareó la perdiz todo lo que pudo a Sánchez tras el 20-D y le lanzó un dardo envenenado. Porque en realidad nunca estuvo interesado en cogobernar con él. Fue todo una estrategia muy bien planificada y ejecutada. A pesar de que Pedro no se haya dado cuenta hasta hace bien poco. O sí e intentó en vano que quedara retratado. Pero no tuvo en cuenta que Iglesias era más listo: siempre jugó con él y sus aspiraciones de gobernar y fue Sánchez quien ha dejado al aire su ambición.
También comenté hace poco que de cara al 26-J ganaría respecto al anterior contienda quien cambiara algo: si siempre haces lo mismo no esperes resultados diferentes, decía Einstein. Y a la vista de los resultados de la última encuesta, se cumple la frase de nuestro amigo Albert: crecen los que han cambiado (IU y Podemos) y el que no hizo nada, que es también una acción. Se mantienen en bajada quienes siguen el mismo discurso que antes de las elecciones (PSOE y Ciudadanos) desgastados también por su papel -sobretodo virtual- de presidenciables tras el 20-D.
Podemos e IU mantendrán sus siglas, sus campañas, sus agendas e incluso sus cuentas separadas de cara a las próximas elecciones. Hacen bien: no se puede contar con que funcione el "tuyos, míos, nuestros" por mucho amor que al principio haya. De hecho, es la única manera que tienen de no enfadar a sus electores. Porque aunque las bases de ambos partidos aprobaron mayoritariamente la confluencia, una cosa son las bases y otra muy distinta sus votantes.
¿Será entonces más bien una confluencia encaminada a eliminar del mapa la formación clásica de la izquierda española? ¿Habrá sabido vender Garzón muy bien la piel del oso antes de cazarlo por haber logrado ya 13 puestos de salida para su formación desde antes de la votación? ¿Sentirán sus votantes que han jugado con su confianza y repartido sus votos como si fueran cromos? ¿Será posible que los teóricos políticos y académicos de Podemos no hayan medido con lupa este movimiento? ¿Hablaremos entonces de un adelantamiento al PSOE virtual o real?
Por suerte en política, como en la vida y en los gustos, no hay nada escrito. Y la función no acaba hasta que no se baja el telón. El espectáculo sólo acaba de empezar.
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