jueves, 9 de febrero de 2012

Andalucía: con las vergüenzas al aire

No me extraña que durante tantos años se hayan celebrado con las generales. El hecho de que el país entero pueda estar pendiente del debate andaluz ante unas elecciones autonómicas era un error como bien sabía Chaves. Por eso rehuía de separar nuestros comicios de los de la nación. Anda, que como se enteraran en el resto de España lo que aquí pasaba...

Lo malo, es que ahora no ha habido más remedio que separar. El 20-N, con el desgaste que Zapatero provocó a la marca PSOE, era un fracaso anunciado. Separarlo unos meses suponía albergar una doble esperanza: por un lado, que algo de 'eso' que había hecho tanto mal se hubiera marchado ya para siempre -seguro, tras el anuncio de la no reelección a presidente de ZP-; por otro, se confiaba en que la tijera del PP se hubiera dejado sentir notablemente sobre la población y hubiera servido para enarbolar la temida bandera de "¡Que viene la derecha!".

Lo peor, que ahora todos saben lo que aquí ha ocurrido durante tantos años: clientelismo, subvenciones, despilfarro, amaño de ERES, desviación de fondos públicos... Y es una vergüenza. Por que si esto ha ocurrido durante tantos años en esta tierra, es porque ha habido mucha gente que ha consentido. Muchas personas afectadas, silenciadas por el poder del cochino dinero. Muchos andaluces conocedores de los fraudes, callados por sacar el beneficio de un favor. Muchos corruptos, en definitiva, que sabiendo las trampas callaron, convivieron o consintieron que el mal se produjera, se mantuviera o no se denunciara.



Por que igual que ahora sabemos, debimos conocer antes. Igual que ahora denuncian, debieron hacerlo con anterioridad. Del mismo modo que aparecen informes anónimos sacados de los despachos de la Junta de Andalucía, debieron haber salido hace tiempo y no cuando tocaron y enfadaron al colectivo al que pertenecen los denunciantes.

Y eso me avergüenza. Porque puede hacer que se acepte que en Andalucía se funciona así. Que aquí hay mucho corrupto. Y que demasiada gente calla, no por no poner en peligro su vida (como ocurre con los municipios italianos que conviven con la mafia, por ejemplo), sino por no perder la situación que han logrado.

Se supone que separar el debate andaluz ha sido bueno. Se supone que es probable que cambie el color político en Andalucía y se pondrá fin a lo que podría considerar un "régimen" que se ha mantenido durante 30 años en esta tierra. Se supone que deberíamos alegrarnos de que ahora se sepa la verdad y vayan a juicio los culpables. Pero yo no me alegro. Nuestra imagen está en juego. Y, además, no me creo que los culpables hayan sido sólo unos pocos.

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