Despedíamos la semana pasada con la publicación de la lista electoral del candidato del PP y actual alcalde de Huelva, Pedro Rodríguez: pocos cambios, salvo la salida de Barragán y Mercedes Sánchez y la entrada de Teresa Herrera y Guillermo García de Longoria. Continuista en todos los aspectos, manteniendo la misma estrategia y casi al mismo equipo desde que comenzara su andadura municipal allá por el año 95, o mejor, desde que en el 99 impusiera al PP la lista de su candidatura, obviando o alejando a los hombres y mujeres del partido.
Recordemos que Juan José Iglesias, Beatriz Martín Ovando o Wenceslao Font salieron de la siguiente lista que debió confeccionar Perico para las elecciones del 99. En éstas, ganadas por arrasadora mayoría absoluta, hubo de incluir a Paco Nieves por imposición del partido. Pero sin embargo quedó fuera del reparto de concejalías y, por lo tanto, sin dedicación exclusiva ni tareas a desempeñar en lo municipal. No a tanto llegó Barragán, pero casi: su dedicación para el Ayuntamiento fue desde el principio "parcial". Y quedó desde entonces casi como la duda eterna para la siguiente convocatoria. Y así elección tras elección. Hasta ahora: duda despejada. Barragán ha sido bajado del carro. Porque por su propio pie no ha sido. Militante del PP desde las jóvenes hornadas, presidente de Nuevas Generaciones y mítico propietario del Crápula -bar de copas que marcó época-, concejal desde 1989, Barragán es un político de una pieza. No tanto animal político como amante del servicio público, enamorado de su profesión entendida como la oportunidad de hacer mejor la vida de sus vecinos desde su área.
Confesó Pedro Rodríguez la dificultad de comunicar su decisión (no de tomarla, al menos de ello no habló). Y también que la salida de Barragán se debía a una estrategia política, nada personal. Es posible que haya muchos que se alegren de la decisión. Y seguro que otros muchos no sólo no se alegran, sino que lo lamentan profundamente.
La cuestión se plantea cuando nos hablan, desde la misma candidatura de Pedro Rodríguez, del Programa Abierto, con la posibilidad de aportar nuestras propias propuestas electorales. Y una se pregunta, ¿y cuándo hablaremos de Listas Abiertas? Sí, de listas electorales abiertas, como las del Senado. Donde cada candidato pudiera ser valorado en sí mismo en la papeleta de las urnas. Con una equis. Qué sencillo, ¿verdad? ¿Cuánta información acerca de los verdaderas opiniones de los ciudadanos nos darían las listas abiertas? ¿Cuántos candidatos propuestos o impuestos por los partidos se verían borrados definitivamente tras la apertura de las urnas? ¿Cuán poco sería el poder que ejercerían entonces los partidos políticos y mucho el de los lobbies o grupos de presión apoyando y financiado a los diferentes candidatos? No nos asustemos, ¿no tenemos ya lobbies en nuestra política imponiendo criterios y cuotas o exigiendo rescates económicos del Gobierno? Cambiarían mucho las cosas, aunque no tanto. Cambiarían algunos de los focos actuales de poder, no todos. Y serían más abiertos a muchos que ahora están fuera. Sobretodo, serían más participativos.
Nombres de usuario, contraseñas… y testamentos digitales
Hace 19 horas
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