viernes, 1 de abril de 2011

Igualdad no son las cuotas, estúpido

Que nadie se sienta aludido por el insulto. Sólo parafraseo a Bill Clinton con sus famosísimas palabras sobre la economía. Quiero hacer hoy hincapié en un asunto que me ronda desde hace tiempo y que se ha despertado en mi conciencia en varias ocasiones recientemente.

La última, un hilo de debate que encontré en LinkedIn y que podría titularse: '¿Se puede ser directiva de prestigio y tener tres hijos?' La protagonista en cuestión por supuesto piensa que sí -y no es la única, debo añadir-; pero muchas empresas con las que contacta, dudan contratarla. La polémica está servida...

Mujer con hijos es apriori un problema para el empleador (niños malitos, reuniones de colegio, faltas y/o retrasos,...) Si el número de hijos aumenta, las probabilidades de que le surjan problemas a la mujer profesional y madre son mayores. No nos engañemos. "Tres hijoooos!!!??? Y cómo te las arreglas??? Estarás entretenida, no???" son sólo algunas de las frases que debemos oír las 'valientes' que decidimos pasar la barrera psicológica oficial de la 'parejita' en cuanto a descendencia. Y si encima hablamos de optar a un puesto de trabajo de responsabilidad y dirección, ya ni te cuento. En parte, porque nosotras mismas nos hemos puesto las metas muy altas, como leí hace tiempo en este post: queremos ser las madres perfectas, las mejores profesionales, las amantísimas esposas de nuestros maridos...

Y la realidad, a día de hoy, es que el 60% de los titulados universitarios en la UE son mujeres, pero ocupan sólo el 12%  de los puestos de responsabilidad de las empresas. La solución política ha tirado por la vía salomónica: hagamos cuotas, repartamos el poder en la dirección por ley entre hombres y mujeres. Ellas tienen que estar. Y punto... No hombre, no. Esto no funciona así. Si obligamos a que acepten mujeres en los Consejos de Dirección por narices, valgan o no, podría ser que el argumento se nos volviera en contra.

La Igualdad pasa por reconocer las diferencias, apreciarlas y saber ponerlas en valor. Las mujeres trabajamos de manera diferente que los hombres. Quizá sea más evidente en las que hemos pasado por la experiencia de la maternidad: la capacidad femenina de estar a la vez en distintos frentes, sin que se escape ningún detalle, y con perfecta capacidad para manejar asuntos delicados, nos capacita para la multitarea tan de moda ahora. Por lo general, tenemos conceptos distintos de la gestión del tiempo: ni mejores ni peores, diferentes.

Como madre, entiendo que cada uno de mis hijos son diferentes. Todos tienen el mismo cariño, atención y afecto de mí, pero cada uno en su singularidad, con sus diferencias y según sus necesidades. Porque ésa es la clave: Igualdad, pero no Igualitarismo. E igualmente debería ocurrir en el trabajo: aceptar y valorar las aptitudes y singularidades de cada uno de los empleados. Asumir que es posible organizar las tareas por objetivos, no por plazos de tiempo. Es difícil, y complejo de llevar a cabo de manera material en cuanto a contratos, salarios, control y valoración de tareas... pero es necesario. Si no se da ésto es imposible llegar a otros niveles que harían más fácil la llegada el mantenimiento de las mujeres en los puestos de dirección: basta de reuniones inútiles que se alargan de manera interminable sin ningún objetivo claro, no a los horarios laborales de sol a sol porque sí. Pongamos fin a la creencia de que el que no echa horas extras no tiene interés. Empecemos a pedir a los empleados que cumplan sus objetivos, que trabajen en ello lo que crean necesario y que repartan el tiempo como les parezca conveniente. Comencemos por creer que hay muchas tareas que son compatibles con el teletrabajo. Seamos comprensivos con las obligaciones familiares de los empleados siempre que correspondan en sus responsabilidades laborales (y no por qué en horarios). Hasta que no hagamos esto mismo todos y cada uno de nosotros, no podremos hablar de Igualdad.

He generalizado entre diferencias hombres/mujeres porque son más comunes. Pero deberían ser tratados todos de manera individualizada. Porque no todos los hombres son iguales, ni todas las mujeres tampoco. Por eso, Igualdad no es Igualitarismo. Por eso, Igualdad no son las cuotas, estúpido.          

6 comentarios:

  1. Muy apropiada la argumentación, coincido plenamente con ella. el fin que se persigue es correcto, pero los medios están equivocados.

    Hay que conseguir la igualdad a base de demostrar que todos y todas somos iguales, y no a base de más leyes , más normas y sobretodo más sanciones. En este país lo arreglamos todo así. Ya es hora de que empecemos a cambiar de mentalidad para hacer las cosas.

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  2. Elena, desde hace tiempo estaba buscando un planteamiento semejante.
    Mi caso es uno de los muchos en los que conciliación se confunde con tener con quien dejar a tus hijos.
    La responsabilidad y los resultados de la gestión no se miden por la presencia física sino por el cumplimiento de objetivos y consecución de resultados.
    Un saludo,
    Carmen Pumar

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  3. Así es José. Poniendo todos cada uno un poco de nuestra parte, lo conseguiremos. Muchas gracias!

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  4. Teanscribo aquí, Carmen, con tu permiso tu aportación en el hilo de LinkedIn:
    "De hecho, yo he sido una de las mujeres que ha dimitido de un puestos de Dirección por no poder ver apenas a mi hijo de 4 años (ni a mi marido, por supuesto).
    Mi pregunta en mi anterior empresa era: ¿Con el dineral que gano, no soy lo suficientemente confiable como para no tener que fichar o explicar que hoy a las 16 horas me voy a una reunión del cole (de esas que hay 2 al año)? en fin, ya sabéis la respuesta.
    Por cierto, para aquellos que piensan que la conciliación es tener con quien dejar a tu hijo les diré que investiguen un poco más en el concepto."

    Pues eso mismo. Un saludo, y gracias!!

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  5. Elena, este es un gran tema y creo que tus conclusiones, además de claras, son más que acertadas.

    Pero convendrás conmigo en la extraordinaria dificultad de llegar a ese destino que -no se si todos- deseamos. Yo, desde luego, lo anhelo. Y lo anhelo porque entiendo que lo contrario -seguir como estamos- no tiene absolutamente ningún sentido...porque profesionalidad y cumplimiento de objetivos no están, evidentemente, reñidos con esa distinta forma de hacer las cosas que tenemos mujeres y hombres.

    ¿Las cuotas? Probablemente incluso sus creadores piensen que son estúpidas. No había más que ver el número de empresarias que se reunieron hace unos días en Moncloa con Zapatero. Si no recuerdo mal, una entre cuarenta.

    Seguramente no sea el mejor ejemplo posible. Tendremos ocasión de extendernos algún día cara a cara y de ahondar en tu publicación.

    Un saludo y gracias por traerlo

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  6. Gracias a ti, Mario, por tu aportación.

    Ciertamente, es una cuestión compleja. También porque algunos de los cambios fundamentales que deben hacerse han de comenzar internamente en cada familia, de manera que las obligaciones familiares no recaigan en su mayoría sobre la espalda de la misma persona, siempre y cuando los dos se encuentren en idéntica situación profesional...

    La familia debería ser un equipo con todos los papeles bien repartidos y perfectamente engranados. Sólo así será posible que la jornada laboral, que se pueda cumplir por objetivos y no por horarios, sea compatible con la vida de familia del padre y de la madre.

    Un saludo.

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